Hace
22 años, cuando me diagnosticaron la esclerosis múltiple, no imaginé nunca que
la grúa de techo llegaría a ser una parte esencial de mi vida.
Pasó
el tiempo y aumentaron las limitaciones. Intenté por todos los medios prolongar
mi autonomía, sin necesidad de que nadie me ayudara.
Empecé
a notar grandes dificultades para levantarme de la cama, ir al baño o a la
ducha por mis propias fuerzas.
El espacio reducido del que disponía y mi
voluntad para valerme sin ayuda, hizo que optara por la grúa de techo como
única solución.
Un
día haciendo ejercicios con Roger, mi fisioterapeuta, me caí por segunda vez y
fue él mismo quien me habló del arnés de uso autónomo.
Entonces
le dije a mi hermano Borja la posibilidad de ir con la misma grúa al baño y a
la ducha con la seguridad de no caerme. Él fue quien me animó a adaptar mi casa
cuanto antes. Todavía recuerdo sus palabras:
“No
sé cuál será el mejor momento, Joaquín, para acometer la adaptación de la grúa
de techo pero sí te puedo decir cuál será el peor: cuando por tus limitaciones
dependas de ella totalmente; así que te animo a hacerlo cuanto antes.”
Desde
ese momento descubrí algo que forma parte del ideario de BJ y que hemos
intentado transmitir a nuestros usuarios y amigos:
Cuando
hablamos de una enfermedad degenerativa conviene tener prevista la
preinstalación de elementos para la autonomía desde el primer momento, de
manera que disponer de estas ayudas no suponga más que comprarlas, sin tener
que hacer obras.
La
incorporación del control de la grúa de
techo dentro del sistema BJ ha permitido a mi cuidador, ahora que soy
dependiente, poder manejarla con un mando de BJ, integrando el resto de
funciones que utilizo, como puede ser llamar al ascensor o abrir la puerta de casa.